Es una pregunta que hago siempre en clase. Llevo lanzándola tantos años que ya se me olvida la primera vez que abrí el debate en un aula con ella. Mis alumnos, suelen mirarme extrañados al comienzo. Especialmente cuando me lanzo en un arrebato romántico y les digo que ante todo busquen ser felices. Muchas veces me encuentro con respuestas del tipo, "no sé, trabajar y eso..." o "me da igual, con tal de ganar mucha pasta". Alguno, con el que suelo inicialmente estar de acuerdo , plantea simplemente "lo que sea, con tal de vivir cómodamente", aunque al final la comodidad suele expresarse en términos de nómina, coche, casa en bucle infinito.
Me gusta una vez al año reflexionar sobre cómo ha funcionado mi trabajo. Yo que no sabía que quería ser de mayor, especialmente los últimos años de carrera, en aquellos días en los que cual miserable aprendiz de Sócrates sólo era consciente de que no tenía ni idea de nada. Siempre pensé que mi profesión fue la que me eligió y no yo el que opté por ella. Aunque cuando pienso con detalle en ello, me doy cuenta de que los años que pasé en marketing financiero, aquellas mañanas en las que me odiaba porque mi objetivo era convencer a los que poco tenían para que se endeudaran aún más, fueron los que me volvieron a empujar a las aulas, a hacer aquello que para mi era un juego, contar cosas, escuchar que me contaran cosas, pasar buenos ratos, conversar de lo divino y de lo humano... ¿quién me iba a pagar por ello?
Acaba el curso. Falta una asignatura, pero básicamente llegamos al final. Un año en el que decidí que las cosas habían de hacerse de otra manera. En el que salté haciendo un doble mortal sin red, afrontando el caos según llegara. Sin exámenes, sin estrictos controles de asistencia, basando el trabajo en los alumnos y lo que tenían que decir. En clase o en sus blogs. Haciendo protagonista la conversación, olvidando "cómo han de hacerse las cosas" para enfrentarme a lo desconocido.
Y cuando veo los resultados del cuestionario que me están rellenando, que será parte del análisis cuantitativo-cualitativo de mi Tesis creo que no me he equivocado. O al menos no tanto como cuando en momentos de desesperación por una baja asistencia veía con envidia clases atestadas de alumnos callados y observando una pizarra que se llenaba de fórmulas y letras sin sentido.
Hay mucho que corregir. Hay mucho que limar. Meteduras de pata garrafales y errores absurdos de los que he de aprender. Muchas mejoras que incorporar el próximo curso en un proceso que no tiene fin. El de acostarse pensando qué inventar, qué ingeniar y el de levantarse y sorprenderse diariamente con una palabra, una actitud, un saludo o un cigarro compartido. La conversación, la discusión eterna que parece no llevar a nada, pero que acabas incorporando a tu discurso. El goce de encontrarte alumnos años después que son tus amigos, que comparten sus anhelos y sus cambios. Con los que tomar unas cervezas y recordar el día que aquel tipo melenudo entró en clase y soltó la primera chorrada.
Yo ya se lo que quiero ser de mayor. Nada diferente a lo que hoy soy. Nada distinto a lo que vivo y a lo que disfruto.
A todos mis alumnos de la promoción 2008-09 de ADE, ADE-ITM, ADE-TELECO, Fisioterapia y Fisioterapia-Podología, de la Universidad Europea de Madrid... Muchas Gracias